Historia de Vicálvaro | Capítulo III, El siglo XVI
El servicio religioso de la población se mantiene en el siglo XVI en la iglesia parroquial puesta bajo la advocación de Santa María, que aún se mantenía, carente de canongías, dignidades o capellanías, y a cargo de una cura y un prestamero. En los alrededores se erigió la ermita de San Sebastián —hoy desaparecida— y el humilladero de la Santa Vera Cruz que corrió igual suerte y que podría ser la ermita que luego se denominó del Santísimo Cristo de la Guía. Tenemos noticias de la existencia de la cofradía de la Vera Cruz, que bien pudo empezar en este siglo a dar sus primeros pasos, y que se citará más veces a lo largo de este libro. Entre las festividades y devociones religiosas —de costumbre muy antigua— destaca la fiesta en honor de San Jorge y de la Invención de la Cruz.
La iglesia parroquial sufre en este siglo una remodelación total. El 19 de septiembre de 1592, el rey Felipe II dicta una provisión real para hacer las obras de la iglesia de Vicálvaro. Esto no significa que Vicálvaro careciese de iglesia, sino que ésta se le había quedado pequeña. La causa de este hecho, como ya hemos visto, fue el aumento demográfico que se dio por entonces, fruto de la creación de nuevas actividades económicas, influidas por el traslado de la Corte a Madrid. Así, el licenciado Barrionuevo, cura de Vicálvaro, pide al cabildo de la Santa Iglesia de Toledo la ampliación de la iglesia, alegando que no cabían en ella lovescin os en los días festivos. En esta petición nos describe como era la antigua iglesia: «Tenía tres naves, la mayor de enmedio y dos colaterales, y la una de ellas que salía hacia el mediodía no estaba metida dentro de la dicha iglesia, que se quedaba por la parte de fuera, y para atazar aquella nave estaba una paredón supérfluo que de más hacía fealdad ocupaba alguna parte de la nave de en medio».
El cura proponía quitar el paredón para aprovechar mejor la iglesia, «y que ésto se podía hacer con mucha facilidad y poca costa y ningún edificio se podrá hacer mejor que el que tenía que era todo de piedra y ladrillo y en todo el contorno no había iglesia de mejor y más fuerte edificio».
Ante tal petición, el Consejo envío a Diego de Sillero y Luis Luzón, alarifes de la villa, para redactar un informe técnico. En éste opinaron que tirar el paredón no ampliaría el espacio útil y podía perjudicar a la armadura de la iglesia, por lo que propusieron levantar una nueva iglesia conforme a la capilla mayor, que había sido construida recientemente.
Estudiado todo ésto se proyectó un auto el 28 de julio de 1592 para realizar las obras según el informe presentado. Así, siguiendo los pasos que marcó el auto para ejecutar las obras, se dieron pregones, recogiendo todas las posturas (presupuestos) y observaciones y se citó a dos maestros y oficiales de cantería y albañilería para que informasen de las características de la obra:
«En Madrid, a trece días del mes de octubre de 1592 años, el dicho señor teniente para cumplimiento y ejecución de lo que por la real previsión se le manda, dijo que nombraba y nombró para que vayan con él a ver la iglesia al lugar de Vicálvaro el domingo primero venidero del dicho desde presente mes, para ir a la iglesia y hacer lo que la dicha real provisión manda a Antonio Sillero y Francisco Tofiño, alarifes desta villa, maestros de albañilería y carpintería, y a Juan de Nates y Juan de Buega Valdeltras, maestros de cantería, a los cuales mando se les notifique vayan y asistan a lo susodicho que les mandará pagar su trabajo y ansí lo proveyó y mandó. Firmas y rúbricas. El licenciado Tamayo, Juan B. del Castillo»
El día de la cita llegó el 18 de octubre de 1592, y se leyó ante todos los oficiales reunidos la Real Provisión, comprometiéndose a dar las condiciones de tiempo y coste de la obra:
«En el lugar de Vicálvaro, aldea de Madrid, a 18 días del mes de octubre, en cumplimiento de la dicha provisión, el señor licenciado Tamayo que para este efecto vino del dicho lugar y trajo consigo a los alarifes Antonio Sillero y Francisco Tofiño y Juan de Nates y Juan de Buega Valdelatras, fue a la iglesia del dicho lugar y en ella se leyó la dicha real provisión, en presencia de todos los susodichos y de Diego Sillero que también se halló presente, y habiendo entendido la dicha provisión y trazas y planta que está hecha quel dicho Diego Sillero dijo que es propia de Francisco de Mora, conforme a la que él y Luis Luzón hicieron declaración, y dijeron parece que es el contenido en la provisión; los dichos oficiales les dijeron tiempo para hacer las condiciones que conviene para que la dicha obra sea más bien hecha y con más fortificación y a más beneficio y a menos costa se pueda hacer.
Y el dicho señor teniente les mandó se junten y lo hagan como lo dicen sin exceder de lo contenido en la dicha provisión, y lo hagan lo más presto que puedan y lo vengan a declarar ante su merced con juramento y el coste, lo aceptaron y dijeron que lo harán ansí. Firma y rúbrica. El licenciado Tamayo, Juan B. del Castillo».
El 22 de diciembre de 1592 se presentaron las condiciones de cómo se debía hacer la obra, así como los materiales a emplear y su utilización.
En la provisión se especificaban la calidad de los materiales e incluso sus mezclas. Un ejemplo de ello lo tenemos en las condiciones que se dieron para la realización de los cimientos: «Fabricar todos los cimientos de muy buena piedra de pedernal, y cal de buena mezcla no dando en ello más de doce espuertas de arena a una de cal», evitando así los posibles fraudes.
A su vez, se concretaban los lugares en donde habían de adquirirse los materiales por ser éstos de mejor calidad: El ladrillo tenía que ser de la ribera del Jarama, y serviría para levantar las paredes y la torre: «ladrillos todos de abajo hasta arriba y el ladrillo muy bueno y de buena color». La piedra berroqueña, de las canteras de Cerceda (hoy día Cerceda, término municipal del El Boalo); «que sea muy buena (...) y tiesa y granimenuda y de buena color», para las portadas de las dos puertas, la del mediodía y la del testero de los pies de la iglesia. El tejado se construiría con tejas del retejo de Mejorada. La madera, de Cuenca o de la sierra de Valdemaqueda, había de ser cuarta y serma y serviría para realizar la armadura de la iglesia: «Armadura de par y nudillo de cuarta y serma, muy bien asentada toda y clavadas ataquizadas (...) y los nudillos que vayan a uno de otro 5 pies» y dos pares de puertas.
La obra de la iglesia, aun de gran envergadura, no era de nueva planta, ya que vimos que se proponían levantar una nueva iglesia conforme a la capilla mayor, recientemente construida, y así fue. En «la forma y manera y condiciones de como se ha de hacer la obra» se lee que «desta manera se vaya todo labrando muy bien y muy aplomo teniendo cuenta que toda la obra hasta la capilla mayor que de presente está hecha se trave muy bien travado y entejado como así tiene y en lo alto de los botareles se hagan sus remates como así viene y como están los de la capilla mayor».
La capilla mayor sería lo que hoy es el ábside de la iglesia. En la bóveda se conserva todavía la pared que, antes de ser adosada a ella la nave central, formaba parte de la fachada exterior de la capilla.
Este pliego de condiciones finaliza con una clara advertencia, para el caso de que el contratista no cumpliese las normas de calidad indicadas:
«... La obra y fábrica está bien y perfectamente hecha y acabada conforme las condiciones y planta y alzados y perfil que para ello está hecho, porque lo que tal no estubiere se edificará y tornará hacer a costa del maestro o maestros que dello se encargan»
Las obras se pregonaron en Toledo, Avila, Segovia y en la villa de Madrid entre los meses de diciembre de 1592 y marzo de 1593, para que se presentaran presupuestos y tiempos de ejecutación de la misma.
Durante dos semanas se hicieron ofertas y contraofertas por parte de los contratistas. Y finalmente, el 15 de marzo de 1593, el señor corregidor concedió la obra de la iglesia a Don Alonso Vara, quien había presentado el presupuesto más bajo (11.000 ducados).
«Este dicho día 15 de marzo de 1593 años, dadas las tres de la tarde visto por el señor corregidor susodicho que se dan muchos pregones y que nadie hable en hacer baja, dijo a muchos maestros que allí estaban que viese si quería alguno de ellos hacer alguna baja y todos dijeron que no.
Y lo dicho por este señor corregidor mandó que apercibiese el remate y así lo dicho con el pregonero a altas e inteligibles voces apercibiese el remate. Y dio muchos pregones diciendo si alguien quisiese hacer alguna baja... y así remató la dicha obra de la torre e iglesia del dicho lugar de Vicálvaro con las dichas condiciones en el dicho Alonso Vara, el cual estaba presente y aceptó el dicho remate y se obligó al cumplimiento de lo que dicho es, que para ello daría fianzas y abonadas y para el cumplimiento obligó su persona, bienes muebles y raíces habidos y por haber... Firmado: Alonso Vara, Juan B. del Castillo.
Y visto por el señor corregidor, dijo que había dado por rematada la dicha obra de la iglesia y torre del lugar de Vicálvaro en el dicho Alonso Vara, con las condiciones, por los dichos 11.000 ducados con ciento de prometido de la forma y manera dichas... Don Rodrigo de Aguila. Juan B. del Castillo».
Pasemos ahora a hacer un breve análisis de los elementos arquitectónicos del templo. Su estructura arquitectónica guarda semejanza con los edificios construidos en esta época siguiendo el modelo herreriano. Lo más significativo es el chapitel y la torre de cinco cuerpos, el último de menor tamaño.
La fachada principal es de ladrillo y piedra berroqueña, destacando la portada que utiliza exclusivamente la piedra berroqueña y está formada por dos pilastras y dintel y rematada con bolas, elementos decorativos muy empleados en El Escorial. Con esta misma estructura y materiales se construyó la otra puerta en el lado sur.
Rodeaba la fachada principal un muro bajo —cbarbacana—, realizado también con piedra berroqueña, labrada y rematada con bolas. A una de sus fachadas laterales estaba adosado el cementerio.
En cuanto al interior de la iglesia, su estructura es sencilla. La planta es basílical, de tres naves, la mayor más ancha que las laterales, cubiertas con bóvedas de cañón adornadas con lunetos y separadas por pilares y arcos de medio punto. El ábside o cabecera es poligonal, y debió de albergar un gran retablo a juzgar por las amplias dimensiones del espacio que hoy existe detrás del altar. El retablo, de madera, desapareció en tiempos de la guerra civil; hoy sólo se conserva una fotografía del mismo.
En relación con él se conserva una carta de poderes, con fecha 29 de octubre de 1600 de Juan Porres, escultor y vecino de la villa de Madrid, en la cual otorga a Andrés Cerezo y Blas Gutiérrez, pintores, y Alonso López, entallador, poder para realizar el retablo de la capilla mayor de la iglesia y la presentación de presupuesto, condiciones y tiempo de obras para su ejecución.
Ascendamos a continuación al coro, cuya bóveda se halla decorada con labores geométricas encintadas, propias de la decoración barroca. En él estaba instalado un órgano que corrió la misma suerte que el retablo.
Parroquia de Santa María la Antigua