Historia de Vicálvaro | Capítulo III, El siglo XVI
Respecto al clima y a la constitución del terreno, la aldea es tierra templada, clara, sin sierra y con clima seco y sano. Por carecer de leña se proveen de ésta en el Real de Manzanares (a ocho o nueve leguas de distancia). Se carece también de caza, siendo las liebres escasas y raras. El río más cercano es el Jarama (a legua y media), a cuya vera existen moliendas, y, ya cerca de Madrid, pasa el Manzanares (a legua y cuarto). No hay huertas, frutales ni riberas, el río Jarama proporciona peces y anguilas. Respecto al agua, existen tres fuentes para surtir a la población y sus ganados. En verano, cuando escasea el agua en los ríos antes mencionados, su falta es paliada por el rio Tajuña, a cuatro leguas de la aldea.
Por merced real los vecinos utilizan dos pequeñas dehesas concejiles, donde pasta el ganado de labor. En la dezmería se cosechan trigo y cebada y algo de vino. Hay poco ganado y ningún aceite, que se ven obligados a traer de la Alcarria, como el vino, que compran en Madrid, y la leña, en el Real de Manzanares. De sal se proveen en Atianza, Espartinas y Belinchón.
Tierras llanas sin cercar rodean el poblado, cuyas viviendas están edificadas de tierra, con cimientos de barro y piedra de pedernal; las tejas y la madera las adquieren en los mercados y ferias de Madrid provenientes de los pinares de Valmaqueda (entonces, provincia de Avila, hoy de Madrid) y las sierras de Cuenca.